San Luis Guanella
Luis Guanella (en italiano Luigui Guanella) nació en Fraciscio di Campodolcino Italia, el 19 de diciembre de 1842. Al día siguiente fue bautizado en la parroquia de Campodolcino.
Luis fue el noveno de los trece hijos de Lorenzo y María Bianchi, la norma de vida de aquella familia había sido dictada por el abuelo Tomás, padre de Lorenzo, el cual repetía con frecuencia – Es preciso hacerlo a todo conciencia y salvar el alma. San Luis Guanella siempre lo recordó.
La familia llevó una vida sencilla pero confortable, en una casona alpina, entre prados y bosques allí vivían al ritmo de las estaciones del año. Todas las noches la familia se reunía a rezar juntos el Rosario y las oraciones por vivos y difuntos, también se leían páginas de la Biblia e historias de santos que habían visto en los pobres la persona de Jesús.
“El mundo necesita el aire puro de la virtud”
Luis cuidaba las ovejas de la familia y transportaba lana y otros derivados antes de empezar la escuela. Aprendió a hacer cosas con sus propias manos para no tener que depender del dinero para comprarlas hechas. Aprendió el valor y la pericia de la agricultura. A los doce años quiso ingresar al seminario, pero su padre dudaba poder costearle los estudios y su tío le consiguió una beca de estudio. Obtuvo buenas notas y completó sus estudios secundarios en 1859.
Sus estudios lo realizo en el colegio Gallio de Como, y luego prosiguió estudios en el seminario diocesano. Fue ordenado por el obispo de Foggia el 26 de mayo de 1866. Su primera misión pastoral fue auxiliar a un anciano presbítero. Afligido por la lejanía de la Iglesia que algunos mostraban, inició un camino de ayunos y mortificaciones que unía a su oración suplicando la conversión de todos, hasta que el rigor que se impuso comenzó a dañar su salud, y el virtuoso y lúcido sacerdote se las vetó. El anticlericalismo acérrimo de ciertos ciudadanos vinculados a la política, y los declarados masones, le obligó a oficiar misa teniendo detrás a la policía que lo vigilaba.
En 1875 se trasladó a Turín con el fin de unirse a la labor apostólica de Don Bosco; consideraba que le serviría de gran ayuda para la misión que debía iniciar. Él le ofreció ir a América, aunque le hubiera gustado aceptar la oferta, se dejó guiar por la impresión espiritual que le instaba a responder a los mensajes sobrenaturales que había recibido. Siendo vicario parroquial en Traona, en 1880 creó un colegio para niños pobres. Incomprendido por personas de la diócesis, tuvo que cerrarlo con todo el dolor de su corazón. Después pasó por Olmo dejando atrás soledad y sufrimientos, expectante por dilucidar la voluntad divina; esperaba ver los signos pertinentes para poder actuar en consecuencia.
Supo aguardar a que llegase lo que denominó: “la hora de la misericordia” vislumbrada a sus 40 años. Tiempo atrás le había confiado a Don Bosco:
“Tengo en el alma la caridad y la conciencia de que Dios nos ha enviado al mundo para construir una sociedad justa y convertirnos para estas personas en sus padres, madres o hermanos, y servir en esta alegría de vivir”
Llegó a Pianello del Lario en 1881, por indicación del obispo, para ocuparse de una casa que había dejado al morir el P. Carlo Coppini.
Desde 1878 cinco mujeres con inclinación a la vida religiosa ayudaban al desparecido sacerdote a auxiliar a los huérfanos y ancianos que había recogido. Ellas fueron el germen de una de las fundaciones de Guanella: las Hijas de Santa María de la Providencia surgidas en 1886 y de la que nació la congregación de Siervos de la Caridad.
“Nunca se pierde el tiempo y el trabajo, cuando se gastan por amor de Dios”
En 1890 Luigi ya albergaba a 200 enfermos y pobres de todas las edades y condiciones. Esta obra de caridad vio la luz en medio, y a pesar, de los muchos recelos surgidos en su entorno. A los que padecían alguna discapacidad nunca los calificó como retrasados, ni consintió que otros lo hicieran. Eran sus “buenos niños” sus “tesoros”.
Cuando en 1896 los extremistas prendieron fuego a esta Casa de la Providencia, condujo a todos al templo. Mientras les consolaba, oraba así:
Señor, en tus designios has permitido que nuestra casa se quemase. Nos volveremos a alojar aquí en la tuya.
Sin perder tiempo, comenzaron a ponerla en pie.
“Para recibir a dos manos de la Providencia, es necesario dar cuatro manos a los pobres”
Ante el asombro por los logros que obtenía, decía:
Dios es el que hace el trabajo.
Se ocupó de que hubiera una imagen de María dedicada a sus obreros, que denominó Nuestra Señora del Trabajo.
Las obras de beneficencia se multiplicaron dentro y fuera de Italia. No hay más que ver la expansión que se produjo en Roma con la ayuda de su amigo San Pío X. En 1903 se estableció en la colina romana de Monte Mario.
En el terremoto de 1905 realizó una admirable labor asistiendo a los damnificados, en la colina del Gianicolo abrió un centro para ancianos en 1907. Dos años más tarde erigió una iglesia dedicada a San José, además de otras obras de carácter educativo.
Don Guanella se convirtió en misionero con la creación de las Estaciones Católicas que impulsaron el retorno al catolicismo de algunas regiones de Suiza. Promovió la devoción a la Virgen de Lourdes, condujo una peregrinación italiana al Congreso Eucarístico de Londres y viajó a Estados Unidos en 1912 para comprobar la situación de los inmigrantes italianos.
Posteriormente, envió a la congregación para que prestasen asistencia a esos inmigrantes, así como a los discapacitados físicos y mentales.
“Es Dios Quien Hace”
En septiembre de 1915 quedó paralítico. No se recuperó y el 24 de octubre de ese mismo año falleció en la casa madre de Como.
El 15 de marzo de 1939, fue introducida la causa de beatificación, el proceso diocesano se llevó a cabo en la localidad de Como. Pablo VI lo beatificó el 24 de octubre de 1964.
Benedicto XVI lo canonizó el 23 de octubre de 2011. Denominado “Padre de los Pobres” y Pío XI lo consideró el “Garibaldi de la Caridad”.
Su cuerpo se venera en el Santuario del Sagrado Corazón en Como, y su fiesta se celebra cada 24 de octubre.
San Luis Guanella, apóstol de la caridad, que has distribuido los tesoros de tu corazón en este mundo sediento de paz y de amor; socorriendo a los pobres y desvalidos, tan preferidos por ti, alcánzanos de la Bondad Divina que podamos conservar y aumentar el amor al prójimo.
Concedenos en especial, la gracia que en este momento te pedimos y alcanzar la perseverancia final.
Amén
Nominamos a: Axel Cabañas, Coordinador del decanato 10 al proximo #Santoschallenge.
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