martes, 12 de mayo de 2020

31) San Francisco de Sales



San Francisco de Sales - Doctor de la Iglesia




Tiene el título de Doctor de la Iglesia, es titular y patrono de la Familia Salesiana (fundada por San Juan Bosco). El valor permanente y la popularidad de sus escritos llevo a la Iglesia a concederle el título de Patrono de Escritores y Periodistas Católicos. La fiesta de este Doctor de la Iglesia y patrono de la prensa católica es el 24 de enero. 

Nació el 22 de agosto de 1567 en el castillo de Thorens, Diócesis de Ginebra, en el seno de una noble familia de Saboya. Fue bautizado al día a siguiente en la Iglesia de Thorens, con el nombre de Francisco Buenaventura. De niño Francisco fue muy delicado de salud ya que nació prematuro; pero gracias al cuidado que recibía, se pudo recuperar y fortalecerse con los años. A los catorce años fue enviado a París, en donde fue discípulo de los jesuitas durante siete años. Después estudió jurisprudencia en Padua, doctorándose en derecho en 1592. 

Sacerdote celoso e incansable en la viña del Señor, dado los frutos limitados obtenidos desde el púlpito, inició la publicación de folletos, que dejaba debajo de las puertas de las casas, o los lanzaba por las paredes, mereciendo para esta actividad publicitaria original, el título de patrón de "todos aquellos católicos que, con la publicación de periódicos u otros escritos promueven y defienden la doctrina cristiana” 

INFANCIA DE SAN FRANCISCO DE SALES 

A los 8 años entró en el Colegio de Annecy, y a los 10 años hizo su Primera Comunión junto con la Confirmación. Desde ese día se propuso no dejar pasar un día sin visitar a Jesús Sacramentado en el Templo o en la Capilla del colegio. El que más tarde será el gran promotor del culto solemne a la Eucaristía, fue preparado muy cuidadosamente por la madre y por su Sacerdote preceptor para recibir por primera vez a Jesús Sacramentado. Guiado por su madre se trazó unos buenos propósitos como recuerdo de su Primera Comunión:

1) Cada mañana y cada noche rezaré algunas oraciones.
2) Cuando pase por frente de una Iglesia entraré a visitar a Jesús Sacramentado, si no hay una razón grave que me lo impida.
3) Siempre y en toda ocasión que me sea posible ayudaré a las gentes más pobres y necesitadas.
4) Leeré libros buenos, especialmente Vidas de Santos. 

Durante toda su vida procuró ser enteramente fiel a estos propósitos. 

En el 1588, partió para la ciudad italiana de Padua; su padre le había dado la orden de estudiar abogacía, doctorarse en derecho. Francisco fue obedeciendo a su padre. Estudiaba derecho durante cuatro horas diarias para poder llegar a ser abogado. Otras cuatro horas estudiaba Teología, la ciencia de Dios, porque tenía un gran deseo: “llegar a ser sacerdote”. 

Durante su estadía en Padua, dice el mismo Francisco, que lo que más le ayudó fue la amistad y dirección espiritual de ciertos sacerdotes jesuitas muy sabios y muy santos. Le ayudó mucho la lectura de un libro, que le acompañará durante su vida por 17 años, escrito por el Padre Scupoli llamado: "El Combate Espiritual". Lo leía todos los días y sacaba gran provecho de su lectura. 

San Francisco hizo un detallado plan de vida para preservarse durante su estadía en Padua, y se propuso hacer lo siguiente:

1) Cada mañana hacer el Examen de previsión: que consistía en ver que trabajos, que personas o actividades iba a realizar en ese día, y planear como iba a comportarse ante ellos.

2) A mediodía visitar el Santísimo Sacramento y hacer el Examen Particular: examinando su defecto dominante y viendo si había actuado con la virtud contraria a él, (durante 19 años su examen particular será acerca del mal genio, de aquel defecto tan fuerte que era su inclinación a encolerizarse).

3) Ningún día sin Meditación: Aunque fuese por media hora, dedicarse a pensar en los favores recibidos por el Señor, en las grandezas de Dios, en las verdades de la Biblia o en los ejemplos de los santos.

4) Cada día rezar el Santo Rosario: no dejarlo de rezar ningún día de su vida, promesa que siempre cumplió.

5) En su trato con los demás ser amable pero moderado.

6) Durante el día pensar en la Presencia de Dios.

7) Cada noche antes de acostarse hacer el Examen del día: decía, "recordaré si empecé mi jornada encomendándome a Dios. Si durante mis ocupaciones me acordé muchas veces de Dios para ofrecerle mis acciones, pensamientos, palabras y sufrimientos. Si todo lo que hoy hice fue por amor al buen Dios. Si traté bien a las personas. Si no busqué en mis labores y palabras darle gusto a mi amor propio y a mi orgullo, sino agradar a Dios y hacer bien a mi prójimo. Pediré perdón al Señor por las ofensas de este día, haré propósito de portarme mejor en adelante; y suplicaré al cielo que me conceda fortaleza para ser siempre fiel a Dios; y rezando mis tres Avemarías me entregaré pacíficamente al sueño"


OBRAS DE SAN FRANCISCO DE SALES 

San Francisco de Sales unió a su apostolado una vasta actividad de orador y escritor; parte de sus obras fue editada por él mismo, y el resto apareció póstumamente. Entre la producción aparecida con posterioridad a su muerte figuran las Controversias, compuestas en 1595-96; los Coloquios espirituales (1629), que Juana de Chantal extrajo de las charlas del Santo con las religiosas del monasterio de la Visitación; los Sermones (2.ª ed., París, 1643); los Opúsculos, cuya colección definitiva se halla en las Obras completas publicadas por el abate Migne (1861-62), y, finalmente, las Cartas espirituales (Lyon, 1625), conjunto integrado por más de dos mil cartas en las que se dan consejos espirituales. 

De las obras que publicó en vida hay que destacar la polémica con los calvinistas en defensa de L'Étendart de la Sante Croix (Annecy, 1597), texto al que siguieron la Introducción a la vida devota (1609) y el Tratado del amor de Dios (1616), considerado su obra maestra. Publicada en una primera redacción en 1609 y definitivamente en 1619, la Introducción a la vida devota es el resultado de las cartas que escribió a la señora De Charmoisy de 1607 a 1608- 

Tratando al cristiano como a un compañero, la Introducción a la vida devota enseña con suave caridad que sin la buena voluntad el hombre no puede recibir la gracia de Dios; se ocupa con aguda comprensión del mundo y de sus tentaciones, y exhorta a la plegaria, al ejercicio de la virtud y a la práctica de los sacramentos. 

Las exhortaciones de San Francisco de Sales no conocen la aridez teológica ni las sutilezas doctrinarias; impregnadas de amable simplicidad, hablan directamente al corazón del cristiano, sin perder jamás de vista los peligros, dolores y dificultades de la jornada. 



A LA CONQUISTA DE LOS CALVINISTAS; LA MISIÓN DE CHABLAIS. 

Las condiciones religiosas de los habitantes del Chablais, en la costa sur del lago de Ginebra, eran deplorables debido a los constantes ataques de los ejércitos protestantes, y el duque de Saboya rogó al Obispo Claudio de Granier que mandase algunos misioneros a evangelizar de nuevo la región.

El Obispo envió a un sacerdote de Thonon, capital del Chablais; pero sus intentos fracasaron. El enviado tuvo que retirarse muy pronto. Entonces el Obispo presentó la propuesta y de todos los presentes, Francisco fue quien mejor comprendió la gravedad del problema, y se ofreció a desempeñar ese duro trabajo, diciendo sencillamente: "Señor, si creéis que yo pueda ser útil en esa misión, dadme la orden de ir, que yo estoy pronto a obedecer y me consideraré dichoso de haber sido elegido para ella". El Obispo aceptó al punto, con gran alegría para Francisco. 

En Thonon quedaban apenas unos 20 católicos, a quienes el miedo impedía profesar abiertamente sus creencias. Francisco entró en contacto con ellos y los exhortó a perseverar valientemente. Los misioneros predicaban todos los días en Thonon, y poco a poco, fueron extendiendo sus fuerzas a las regiones circundantes. 

En el 1595, un grupo de asesinos se puso al asecho de Francisco en dos ocasiones, pero el cielo preservó la vida del santo en forma milagrosa. El tiempo pasaba y el fruto del trabajo de los misioneros era muy escaso. Por otra parte, el padre de Francisco enviaba constantemente cartas a su hijo, rogándole y ordenándole que abandonase aquella misión desesperada. Francisco respondía siempre que si su Obispo no le daba una orden formal de volver, no abandonaría su puesto.

El santo escribía a un amigo de Envian en estos términos: "Estamos apenas en los comienzos. Estoy decidido a seguir adelante con valor, y mi esperanza contra toda esperanza está puesta en Dios". 

San Francisco hacía todos los intentos para tocar los corazones y las mentes del pueblo. Con ese objeto, empezó a escribir una serie de panfletos en los que exponía la doctrina de la Iglesia y refutaba la de los calvinistas. Aquellos escritos, redactados en plena batalla, que el santo hacía copiar a mano por los fieles, para distribuirlos, formarían más tarde el volumen de las "controversias" (Los originales se conservan todavía en el convento de la Visitación de Annecy). 

Poco a poco el auditorio de sus sermones en Thonon fue más numeroso, al tiempo que los panfletos hacían efecto en el pueblo. Por otra parte, aquellas gentes sencillas admiraban la paciencia del santo en las dificultades y persecuciones, y le otorgaban sus simpatías. El número de conversiones empezó a aumentar y llegó a formarse una corriente continua de apostatas que volvían a reconciliarse con la Iglesia. 

Cuando el Obispo Granier fue a visitar la misión, 3 o 4 años más tarde, los frutos de la abnegación y celo de San Francisco de Sales eran visibles. Muchos católicos salieron a recibir al Obispo, quien pudo administrar una buena cantidad de confirmaciones, y aún presidir la adoración de las 40 horas, lo que había sido inconcebible unos años antes, en Thonon. San Francisco había restablecido la fe Católica en la provincia y merecía, en justicia, el título de "Apóstol del Chablais". 



SAN FRANCISCO DE SALES, OBISPO. 

Monseñor de Granier, quien siempre había visto en Francisco un posible coadjutor y sucesor, pensó que había llegado el momento de poner en obra sus proyectos. El santo se negó a aceptar, al principio, pero finalmente se rindió a las súplicas de su Obispo, sometiéndose a lo que consideraba como una manifestación de la voluntad de Dios. Al poco tiempo, le atacó una grave enfermedad que lo puso entre la vida y la muerte. 

Al restablecerse fue a Roma, donde el Papa Clemente VIII, que había oído muchas alabanzas sobre la virtud y las cualidades del joven sacerdote decano, pidió que se sometiese a un examen en su presencia. El día señalado se reunieron muchos teólogos y sabios. 

El mismo Sumo Pontífice, así como Baronio, Bernardino, el cardenal Federico Borromeo (primo del santo) y otros, interrogaron al santo sobre 35 puntos difíciles de teología. San Francisco respondió con sencillez y modestia, pero sin ocultar su ciencia. El Papa confirmó su nombramiento de coadjutor de Ginebra, y Francisco volvió a su diócesis, a trabajar con mayor ahínco y energía que nunca. 

A la muerte de Claudio de Granier, acaecida en el otoño de 1602, Francisco le sucedió en el gobierno de la diócesis. Fijó su residencia en Annecy, donde organizó su casa con la más estricta economía, y se consagró a sus deberes pastorales con enorme generosidad y devoción. 

La generosidad y caridad, la humildad y clemencia del santo eran inagotable. En su trato con las almas fue siempre bondadoso, sin caer en la debilidad; pero sabía emplear la firmeza cuando no bastaba la bondad.

En su maravilloso "Tratado del Amor de Dios" escribió: "La medida del amor es amar sin medida". Supo vivir lo que predicaba. 

Con su abundante correspondencia alentó y guió a innumerables personas que necesitaban de su ayuda. Entre los que dirigía espiritualmente, Santa Juana de Chantal ocupa un lugar especial. San Francisco la conoció en 1604, cuando predicaba un sermón de cuaresma en Dijón. La fundación de la Congregación de la Visitación, en 1610, fue el resultado del encuentro de los dos santos. 



ÚLTIMOS MESES Y MUERTE DEL SANTO. 

En 1622, el duque de Saboya, que iba a ver a Luis XIII en Aviñón, invitó al santo a reunirse con él en aquella ciudad. Movido por el deseo de abogar por la parte francesa de su diócesis, el obispo aceptó al punto la invitación, aunque arriesgaba su débil salud un viaje tan largo, en pleno invierno. 

Parece que el santo presentía que su fin se acercaba. Antes de partir de Annecy puso en orden todos sus asuntos y emprendió el viaje como si no tuviera esperanza de volver a ver a su grey. En Aviñón hizo todo lo posible por llevar su acostumbrada vida de austeridad; pero las multitudes se apiñaban para verle y todas las comunidades religiosas querían que el santo obispo les predicara. 

En el viaje de regreso, San Francisco se detuvo en Lyon, hospedándose en la casita del jardinero del convento de la Visitación. Aunque estaba muy fatigado, pasó un mes entero atendiendo a las religiosas. Una de ellas le rogó que le dijese qué virtud debía practicar especialmente; el santo escribió en una hoja de papel, con grandes letras: "Humildad". 

Durante el Adviento y la Navidad, bajo los rigores de un crudo invierno, prosiguió su viaje, predicando y administrando los sacramentos a todo el que se lo pidiera. El día de San Juan le sobrevino una parálisis; pero recuperó la palabra y el pleno conocimiento. Con admirable paciencia, soportó las penosas curaciones que se le administraron con la intención de prolongarle la vida, pero que no hicieron más que acortársela. 

En su lecho repetía: "Puse toda mi esperanza en el Señor, y me oyó y escuchó mis súplicas y me sacó del foso de la miseria y del pantano de la iniquidad". En el último momento, apretando la mano de uno de los que le asistían solícitamente murmuró: "Empieza a anochecer y el día se va alejando". 

Su última palabra fue el nombre de "Jesús". Y mientras los circundantes recitaban de rodillas las Letanías de los agonizantes, San Francisco de Sales expiró dulcemente, a los 56 años de edad, el 28 de Diciembre de 1622, fiesta de los Santos Inocentes. Había sido obispo por 21 años. 

DESPUÉS DE SU MUERTE.

A la misma hora en que falleció San Francisco de Sales, en la ciudad de Grenoble estaba Santa Juana de Chantal orando por él, cuando oyó una voz que decía: "Ya no vive sobre la tierra", pero era poca inclinada a creer en favores extraordinarios, no creyó que fuese un aviso de la muerte del santo.

Cuando le llegaron con la noticia, comprendió que aquella voz era cierta y durante todo el día y la noche no podía parar de llorar la muerte del Santo.

El día 29 de Diciembre la ciudad entera de Lyon fue desfilando por la humilde casita donde había muerto el querido santo. Y era tanto el deseo de la gente de besarle las manos y los pies, que los médicos no lograban llevarse el cadáver para hacerle la autopsia. 



¿QUÉ SUCEDIÓ EL DÍA QUE ABRIERON SU TUMBA? 

En 1632 se hizo la exhumación del cadáver de Francisco de Sales para saber cómo estaba. Abrieron su tumba los comisionados de la Santa Sede acompañados de las monjas de la Visitación. Cuando levantaron la lápida, apareció el santo igual que cuando vivía. Su hermoso rostro conservaba la expresión de un apacible sueño. Le tomaron la mano y el brazo estaba elástico (llevaba 10 años de enterrado). Del ataúd salía una extraordinaria y agradable fragancia. 

San Francisco fue beatificado por el Papa Alejandro VII en el 1661, y el mismo Papa lo canonizó en el 1665, a los 43 años de su muerte. 

CONGREGACIÓN SALESIANA 

La pequeña semilla que da origen a toda la obra de Don Bosco surge con el primer oratorio bajo el nombre de San Francisco de Sales. Con el pequeño grupo de alumnos con los que forma el oratorio, Don Bosco funda la nueva congregación religiosa bajo el amparo y protección del obispo de Ginebra, San Francisco de Sales, dando nombre así a los Salesianos. 

Don Bosco conoció la figura de San Francisco de Sales cuando estaba en el seminario de Chieri, donde leyó sus obras fundamentales y donde se sintió impresionado por su ejemplo de apóstol y misionero, por su mansedumbre y por su dulzura. 

"La caridad y la dulzura de San Francisco de Sales me guiarán", fue uno de los propósitos de Don Bosco en su ordenación sacerdotal. En su habitación, Don Bosco tenía un letrero en el que estaba escrito el famoso mensaje "Da mihi animas, coetera tolle" ("Dame almas, llévate lo demás"), una frase bíblica que solía repetir San Francisco de Sales. 


Glorioso San Francisco de Sales,
vuestro nombre porta la dulzura del corazón más afligido;
vuestras obras destilan la selecta miel de la piedad;
vuestra vida fue un continuo holocausto de amor perfecto
lleno del verdadero gusto por las cosas espirituales,
y del generoso abandono en la amorosa divina voluntad.
Enséñame la humildad interior,
la dulzura de nuestro exterior,
y la imitación de todas las virtudes que has sabido copiar
de los Corazones de Jesús y de María.

AMÉN



Autor: Alexis Benegas - Representante de la PJ San Ramón Nonato- Dk9


Nominamos a: Gina Pertile - Representante de la PJ La Piedad- Dk7 para el siguiente #SANTOSCHALLENGE

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