lunes, 11 de mayo de 2020

30) San Luis Gonzaga



San Luis Gonzaga


San Luis Gonzaga nació en Castiglione, Italia el 9 de marzo de 1568. Fue hijo de Don Ferrante Gonzaga, marqués de Castiglione, y posteriormente príncipe del Sacro Imperio Romano. Su madre, era doña Marta Tana, hija de los Barones de Santena de Chieri (cerca de Turín). Por ser el primogénito, Luis era el heredero del marquesado.

Luis era una mezcla de ambos, se puede decir que heredó la piedad de su madre y la determinación de su padre. Desde inicio su mamá cuidó de que sus primeras palabras, no sean papá o mamá como es habitual, si no que las primeras palabras del niño fueran “Padre nuestro” y “Ave María”, para que sean oraciones dirigidas a Dios, cuyo cometido logró. El niño Luis creció piadoso con la ayuda de su madre.

Su padre quería que él fuera militar, ya que esa era la norma para los hijos de la aristocracia y la familia estaba a menudo involucrada en las guerras menores de la época. Su formación militar comenzó a una edad temprana, pero también recibió una educación en idiomas y artes. Ya a la edad de cuatro años, su padre lo hizo portar armadura y arma, imagínense a este niño, portando su equipo de soldado en miniatura, y también acompañaba a su padre en expediciones de entrenamiento para que el niño aprendiera “el arte de las armas”, inclusive un día tomó a escondidas pólvora de un soldado, y disparó un gran cañón poniendo en peligro a varios soldados.

Durante una dolorosa enfermedad renal se aficionó a leer libros de Vidas de Santos (como Santa Teresa o San Ignacio) y el famoso libro “Las cartas de Indias”, que narraban la vida misionera de los jesuitas. En ese momento sintió que despertó su vocación al sacerdocio en la Compañía de Jesús y su primera acción fue dedicarse a enseñar el catecismo a los niños pobres.

Su director espiritual fue San Roberto Belarmino, el cual le aconsejó tres medios para llegar a ser santo:

1º. Frecuente confesión y comunión.

2º. Mucha devoción a la Santísima Virgen.

3ro. Leer vidas de Santos.

Éste también expresó que San Luis nunca en su vida cometió un pecado mortal.

Con tan sólo 9 años y por sola iniciativa de él, sin que nadie le diga nada, se consagró a la Virgen María y prometió celibato, de esa forma le consagró su pureza a María. San Luis vivió radicalmente la virtud de la pureza durante toda su vida, en una época y en un ambiente no muy edificante, un ambiente que invitaba a olvidarse de Dios, que obviamente no proponía la vivencia de estas virtudes, por ejemplo él era tan radical en su mirar que en los tiempos que estuvo viviendo en la Corte de España no era capaz ni identificar quien era la reina, porque nunca miró a la reina de forma directa.

Hoy más que nunca San Luis representa un modelo para nosotros los jóvenes que estamos también en una sociedad que para nada nos arrastra a las virtudes, él nos enseña que con la pureza se necesita ser radical, no negociar con esto, cuando uno negocia, lucha dentro de sí contra la tentación y muchas veces cae, por eso San Luis hizo esta entrega radical, se volcó totalmente a Dios, él nos motiva por amor a Dios, siendo siempre amigos de Jesús a ir contracorriente con la gracia de Dios viviendo la pureza y la castidad sea cual fuese la vocación que optemos. 



Hay que destacar que la oración de San Luis a nuestra madre María fue siempre una cosa muy importante para su vida espiritual, él fue devotísimo a la Virgen, y esa fue una de las claves más transcendentales que lo llevó a la santidad, algo que cada uno de nosotros podemos imitar y seguir acrecentando en todo momento.

Por asuntos de su padre tuvo que viajar a España, y estando en una iglesia de los jesuitas en Madrid escuchó una voz que le decía: “Luis, ingresa en la Compañía de Jesús”. También le atraía sobremanera la idea de ingresar en esa congregación porque descubrió que los jesuitas tenían un voto especial, que era la de no aspirar a cargos eclesiásticos, y a él le pareció perfecto, porque quería la humildad y la pobreza, eran tan humilde que se quería esconder, por eso posteriormente renunciaría a todos sus derechos de príncipe para ingresar a la Compañía de Jesús y hacerse religioso.

Su madre tomó con alegría los proyectos de Luis, pero el padre no aceptó fácilmente la inquietud vocacional de su hijo. Los esfuerzos de su padre por retenerlo, confiándole delicados asuntos de su familia en Lombardía, todo esto durante dos duros años en que lucharon en convencerle por todos los medios que dejase la decisión de convertirse en religioso, pero no consiguieron su cometido.

Hemos dicho que San Luis era muy determinante, podemos decir en términos más juveniles que era un “cara dura” pero para lo bueno, era muy persistente en lo que se proponía y ésta actitud le servía positivamente, lo ayudaba para poder seguirle cada vez más fuertemente a Jesús y por consiguiente ir avanzado siempre en santidad. 

Era muy entregado a la oración, vivía una vida verdaderamente de intima oración, él no podía pasar ningún momento sin pensar en Dios y todos sus sacrificios los ofrecía al Señor, inclusive cuando murió las personas que fueron a limpiar su cuerpo para realizar posteriormente el entierro, encontraron enormes callos en sus rodillas, observando esto, casi podríamos decir que pasaba más tiempo de rodillas que de pie. Es importante fijarnos en este punto, porque muchos creen que el santo es sólo una persona “buenita” o que la santidad es un “moralismo”, que uno piensa que todo es pecado, y es todo lo contrario, todo es amor, amor y amor, la santidad es una acción de Dios, Él nos transforma de tal forma que matando el egoísta que tenemos dentro, ponemos toda nuestra energía, toda nuestra potencia para amar a Dios, cuando San Luis hacía todas estas cosas lo hacía por amor a Dios.

Él es el que nos hace santos, por eso es necesario rezar y rezar mucho, nosotros no podemos ser santos si no rezamos, si no nos relacionamos con Dios, porque Él debe trasformar nuestro corazón, dicen que el santo dialoga todo el tiempo con Dios y pienso que debe ser así, porque Dios es el que santifica a través de su Espíritu, nosotros no vamos a ser santos por nuestras propias fuerzas eso es imposible, Dios es el que te hará santo, nosotros lo que debemos de hacer es estar abierto y dejar que su gracia actúe en nosotros, y eso se logra a través de mucha oración.

El amor que San Luis tenía a la Eucaristía era inmenso, cuando ya fue religioso en la Compañía de Jesús, comulgaba todos los domingos, en esa época no se podía comulgar todos los días, y él dividía la semana en dos partes, gastaba tres días: lunes, martes y miércoles para la acción de gracias al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo por la comunión recibida y los otros tres días: jueves, viernes y sábado destinaba a la preparación y penitencia para recibir la Santa Comunión el domingo. Hacía ayuno el viernes por la Pasión de Cristo y el sábado en honor a la Virgen, evidentemente, era un hombre que supo crecer y crecer rápidamente en la transformación espiritual. 



Sus compañeros de noviciado, inclusive tomaban los objetos de Luis y lo guardaban como reliquias, porque ya sabían que él era un santo que estaba viviendo con ellos.

Un servicio muy significativo e importante que hizo San Luis durante su vida fue ir de ciudad en ciudad poniendo la paz entre familias que estaban peleadas. Cuando él era enviado a poner paz entre los enemistados, estos ante su gran santidad, aceptaban hacer las paces y no pelear más. Él era extraordinariamente amable y bien educado. Este es otro ejemplo que nos da nuestro Santo y que realmente nos inspira, esa una invitación muy necesaria en nuestra sociedad actual, que es la de ser Misioneros de la Paz en todos lugares que nos toque estar, empezando en nuestra propia familia porque ahí donde reina la paz ahí también está Dios.

Nuestro Santo también hizo un pequeño grupo amigos y compañeros, podemos decir que tenía su “Grupo Juvenil” era para hacer apostolado dentro del propio seminario, su finalidad era hacer que los seminaristas hablen solamente de las cosas de Dios todo el tiempo, entonces en los pequeños grupos cuando la conversación en las horas de receso se iba para otro lado, siempre lanzaban un tema edificante, hablaban sobre la vida de algún santo, de Dios, etc., así San Luis comenzó a leer más sobre la vida de los santos para tener siempre de qué hablar a sus compañeros.

En un viaje de regreso San Luis se quedó en Milán y tuvo una visión de San Gabriel que le advirtió que en el plazo de un año él estaría muerto, San Luis regresa a Roma y ahí comienza a desarrollarse una gran epidemia que inclusive quitó la vida de varios papas, entonces él se dedicó a cuidar a los enfermos, sus superiores al ver que varios de los jesuitas también enfermaron a causa de la peste, le dijeron que él ya no iría al hospital donde las personas contrajeron la epidemia, pero Luis que era tan insistente convenció a sus superiores que le dejasen cuidar a los enfermos, entonces ellos lo mandaron a cuidar los enfermos pero de otro hospital donde las personas no habían sido contagiadas por la peste, pero ayudando a un hombre que había encontrado en la calle al ir al hospital, nuestro Santo cargó a este hombre en sus brazos hasta el hospital y ahí con ese acto contrajo él también la enfermedad. 



Nuestro Santo estuvo tres meses enfermo, en su proceso de enfermedad su confesor San Belarmino estuvo conversando con él de las bellezas del cielo porque sabía que iba a morir, después de eso tuvo un éxtasis y le fue revelado que él moriría en la octava de Corpus Christi. El 20 de junio de 1591, el último día de la octava él amaneció muy bien , recobró las fuerzas y todo el mundo pensaba que él estaba mejor, y San Luis dijo; “yo voy a morir hoy”, los enfermeros no le creían, les pidió por favor que traigan un viatico porque él decía que iba a morir ese día, y después de tanta insistencia trajeron el viatico para él, estuvieron haciendo la oración con San Belarmino y después todos se fueron a dormir pensando que él no iba a morir, pero esa misma noche del 20 comenzó a agonizar pasando al día 21, y San Luis con la mirada puesta en el crucifijo, pronunciado el nombre de Jesús entregó su alma a Dios con tan sólo 23 años de edad.

San Luis María de Gonzaga fue beatificado sólo catorce años después de haber fallecido por el Papa Pablo V, el 19 de octubre de 1604 y su madre estuvo presente en la beatificación.

Fue canonizado en 1726 con San Estanislao de Kostka. La Iglesia lo declaró Patrono de la Juventud.

¿Por qué la Iglesia nombró a San Luis de Gonzaga como patrono de la Juventud?

Porque Iglesia quiere desafiar a los jóvenes, la Iglesia es sabia madre y maestra, sabe que a los jóvenes nos gustan los desafíos, y nos pone como ejemplo a un joven que vivió tan radicalmente la santidad.

Un sacerdote brasileño Paulo Ricardo dice que “si alguien quiere cambiar la vida de un joven debe pedirle todo, debe pedirle que entregue todo para Dios, porque el joven fue creado para el heroísmo, por eso la Iglesia pone como patrono y modelo de la juventud a San Luis María de Gonzaga”.

Y Jesús como eterno joven que es, también es así, él quiere todo de vos, no se contenta con un treinta o cincuenta por ciento, Él quiere el cien por cierto de tu vida, Él lo quiere todo, ya es cuestión de nosotros aceptar este desafío. ¿Te animas?

Que San Luis Gonzaga nos ayude e interceda por nosotros para vivir esta vocación a la que estamos llamados todos los jóvenes sin importar el estado de vida que tengamos u optemos, para que lo entreguemos todo y sin medida a Dios, porque la medida del amor es amar sin medida y eso es lo que Dios espera de nosotros.



Querido San Luis Gonzaga, que fuiste en la tierra un signo de pureza de los ángeles del cielo, habiendo conservado hasta la muerte tu bella inocencia. Y dedicaste tu vida al servicio y entrega a los demás. 

Recurro a ti con confianza, y bendigo a Dios porque en ti nos ha dado una prueba de su amor misericordioso. Humilde y confidente adorador del Sagrado Corazón de Jesús, libre de todo deseo mundano y de toda fortuna. 

Te pido que intercedas ante Dios para proteger a todos los jóvenes que necesitan tu guía, que se encuentran confundidos y no conocen a Jesús. Dales la gracia de la fortaleza espiritual para que en los momentos de dificultad y de prueba su fe no disminuya y no escuchen la palabra de quien quiere llevarlos a la perdición. 

Dales la paciencia, la perseverancia, la pureza de tu gran corazón y sobre todo la humildad para querer hacer siempre la voluntad de Dios y que puedan crecer en santidad. 

Amén.

Autor: Marcos González - Coordinador de la Pastoral de Juventud del Paraguay
Nominamos a: Alexis Benegas - Representante de la PJ San Ramón Nonato - Dk9 para el siguiente #SANTOSCHALLENGE

No hay comentarios:

Publicar un comentario