San Gerardo Majella-El Santo "Pro-vida"
Religioso de la congregación del Santísimo Redentor.
Festividad:16 de octubre.
Gerardo María Mayela nació el 6 de abril de 1726 en Muro Lucano-Italia, era el hijo más pequeño de Domenico y Benedetta Mayela. Ya tenían tres hijas, siendo él el único varón.
La familia Mayela era una familia trabajadora italiana y Benedetta llevaba a sus hijos a misa al santuario de Nuestra Señora de Gracia tan a menudo como podía. A Gerardo, con solo tres años, le encantaba la estatua de la “Señora guapa con el bebé”.
Siendo Gerardo un poco más mayor, solía escaparse para ir él solo al santuario. Una vez llegó a casa gritando: “Mamá, mamá, mira lo que me ha dado el niño pequeño”. En su mano sostenía un pequeño bollo de pan.
Nadie prestó mucha atención a aquello, pero, después de que volviera varios días a casa con más panes, su madre decidió seguirlo para ver qué andaba tramando. Lo que vio la dejó sorprendida, según parecía, la estatua de Nuestra Señora de Gracia cobraba vida y el Niño que sostenía en brazos bajaba corriendo a jugar con Gerardo. Benedetta se marchó rápidamente y cuando Gerardo volvió a casa, traía otro pan con él. Benedetta mantuvo esto en secreto.
El padre de Gerardo murió cuando el muchacho tenía 12 años, con lo que la familia cayó en la pobreza. El padre de Gerardo era sastre, así que Benedetta mandó a Gerardo a aprender costura para ser sastre como su padre.
Sin embargo, después de cuatro años de aprendizaje, a Gerardo le ofrecieron el trabajo de sirviente del obispo local de Lacedonia. Como hacía falta el dinero, aceptó el puesto.
El obispo no dejaba de escuchar historias de Gerardo y su bondad, sobre cómo siempre se paraba a visitar a los pobres del ambulatorio, cómo siempre ayudaba a los demás e incluso llevaba a los pobres las sobras de la mesa del obispo.
El joven se estaba ganando una buena reputación solamente siendo él mismo.
Cuando el obispo falleció, En 1745, a la edad de 19 años, Gerardo volvió a Muro Lucano convirtiéndose en sastre. Dividía sus ganancias entre su madre, los pobres y las ofrendas por las almas del purgatorio.
Su madre, sin embargo, miraba con preocupación a su hijo. Era delgado y frágil porque siempre estaba ayunando y haciendo penitencia. Ella le suplicaba que comiera y él le decía: “Mamá, Dios proveerá. En cuanto a mí, yo quiero ser santo”.
Durante la cuaresma decide asemejarse lo más posible a Cristo. Quiere servir totalmente a Dios y pide ser admitido por los Frailes Capuchinos, pero por su situación enfermiza no lo consideraron apto para soportar las exigencias de la orden.
Los Redentoristas llegaron a Muro Lucano en 1749. Gerardo sigue la misión con todo detalle y decide que ésta es la vida que anhela. Pide ser admitido como miembro del grupo, pero el Superior lo rechaza a causa de su salud enfermiza. Cuando éstos están a punto de marcharse de la ciudad, Gerardo les dijo "Llévenme con ustedes, denme una oportunidad; en fin, me echan a la calle si no valgo".
Lo enviaron a la comunidad Redentorista de Deliceto con una carta en que dice: "Les mando a otro hermano, que será inútil para el trabajo…" como hermano lego, no podía ser sacerdote, decir misa o escuchar confesiones. Pero sí podría vivir bajo el mismo techo, vestir el mismo hábito y compartir las oraciones. También asumiría los votos de pobreza, castidad y obediencia. Sería conserje en el monasterio.
Gerardo se enamora total y absolutamente de la forma de vida de San Alfonso, el fundador de los Redentoristas, hace su primera profesión el 16 de julio de 1752, y el hecho de que se trate del día en que se celebra el Santísimo Redentor lo llena de felicidad.
En 1754, su director espiritual le pide que escriba en una cuartilla lo que desea, escribe: "Amar mucho a Dios; estar siempre unido a Dios; hacerlo todo por Dios; amar a todos por Dios; sufrir mucho por Dios: lo único que cuenta es hacer la voluntad de Dios".
Aceptó de buen grado su función y sirvió bien a la comunidad como jardinero, sacristán, portero, cocinero, carpintero y, por supuesto, sastre.
Entre sus obras estaba la de alentar y ayudar a las chicas que querían entrar en el convento. A menudo se hacia incluso cargo de la dote prescrita cuando, de otra forma, una chica pobre no podía ser admitida en una orden religiosa.
Una de las chicas a las que ayuda Gerardo tomó aversión hacia el convento y después de tres semanas volvió a su casa, decidió salvar su propia reputación destruyendo el buen nombre de Gerardo. En una carta a San Alfonso, superior de Gerardo, acusó a Gerardo de pecados de impureza con la joven, hija de una familia en cuya casa Gerardo se hospedaba con frecuencia.
Gerardo es llamado por San Alfonso para que responda a tal acusación. En lugar de defenderse, Gerardo permanece en silencio, siguiendo el ejemplo de su divino Maestro. Ante su silencio, San Alfonso no puede hacer otra cosa que imponer una severa penitencia al joven religioso. Se le prohíbe el privilegio de comulgar y también todo contacto con el exterior. Sufrió tanto que pidió ser relevado del privilegio de ayudar en misa por el miedo que tenía por su deseo recibir la comunión y que podía llevarlo a arrancar la hostia consagrada de manos del sacerdote.
Poco tiempo después, la chica enfermó gravemente y escribió una carta a San Alfonso confesando que sus acusaciones contra Gerardo eran falsas. San Alfonso se siente lleno de felicidad al saber que su hijo era inocente. Pero Gerardo, no se había dejado abatir durante el tiempo de la tribulación.
Y luego estaban los niños, que acudían siempre en multitud para escuchar las increíbles historias de Gerardo y para aprender a rezar.
Una vez, habiendo un grupo enorme sentado a su alrededor para escucharle, un niño cayó por un precipicio. Cuando llegaron hasta el niño, lo creyeron muerto.
Gerardo dijo al padre del muchacho: “No es nada”. Luego marcó una cruz sobre la frente del chico y, entonces, despertó. Fue uno de los muchos milagros de Gerardo con testigos.
Pocos meses antes de su muerte, estaba visitando a una familia. Se le cayó su pañuelo y una de las niñas lo recogió para devolvérselo. Él le dijo que lo conservara por si algún día lo necesitaba.
Años más tarde, ya como mujer casada, estaba a punto de dar a luz, pero el médico estaba seguro de que el bebé no sobreviviría.
Ella se acordó del pañuelo y pidió que se lo dieran. Cuando lo sostuvo contra su vientre, el dolor desapareció y dio a luz a un bebé sano. Fue algo inexplicable.
En 1755 tuvo una violenta hemorragia junto con disentería y la muerte podía sobrevenirlo en cualquier momento, inmediatamente desapareció su enfermedad y abandonó el lecho para unirse a la comunidad. Sin embargo sabía que esta mejoría era sólo temporal y que le quedaba poco tiempo de vida, solo algo más de un mes.
Al poco tiempo debe volver al lecho y empieza a prepararse para la muerte. Sobre su puerta puso: "Aquí se hace la voluntad de Dios, como Dios quiere y hasta cuando Él quiera". Muere poco antes de la medianoche del 15 de octubre de 1755.
Se cuentan por millares los que se acercan para pasar ante el ataúd del santo y para llevarse un último recuerdo del que tantas veces les había socorrido.Tras su muerte, se producen milagros en casi toda Italia, todos atribuidos a su intercesión.
La vida de San Gerardo es sin dudas un digno ejemplo de como siendo jóvenes debemos seguir a Cristo acudiendo siempre a su llamado a pesar de las dificultades sin rendirse nunca, desde su juventud ayudó a cuantas personas pudo y siempre estuvo dispuesto al servicio de la iglesia hasta el día de su fallecimiento.
Y vos joven ¿Estás dispuesto a acudir al llamado de Cristo para hacer su voluntad?
¡Oh, dignísimo hijo de San Alfonso, glorioso San Gerardo, tú has sido transformado por la caridad divina en imagen viviente de Jesús crucificado.
No quisiste otra riqueza que la debilidad y pobreza de la Cruz. Haz que a tu imitación nos decidamos a escuchar y seguir a Cristo Redentor, tomando nuestra cruz de todos los días y crucificando todo egoísmo y materialismo que nos impiden crecer en solidaridad y fraternidad.
Oh, Señor San Gerardo, bendice a nuestra comunidad y a nuestras familias, bendice todos nuestros esfuerzos para responder con amor a la misión evangelizadora que Jesús nos ha encomendado.
Amen
¡San Gerardo Majella, ruega por nosotros!
Autor: Ivan Monges Coordinador de la PJ de San Gerardo-Dk4.
Nominamos a: Noemi Vera Animadora de la PJ de San Blas-Dk7 para el siguiente #Santoschallenge.
Imagen sacada de Aciprensa.
La historia de San Gerardo Majella es conmovedora, un joven totalmente entregado a Dios, a su voluntad y a su comunidad, que de tanto amor al prójimo prefería pasar debilidad por el hambre y ofrecer hasta su propio alimento. Su encuentro con el Niño Jesús fue un milagro, y aunque no lleguemos a experimentar algo semejante, nos enseña como ser santos a través de la humildad y sencillez, es un ejemplo admirable a seguir.
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