miércoles, 29 de abril de 2020

18)Santa Catalina de Siena



Santa Catalina de Siena
Doctora de la Iglesia y Copatrona de Europa


Hoy quiero hablar de una mujer que tuvo un papel eminente en la historia de la Iglesia. Se trata de Santa Catalina de Siena. El siglo en el que vivió —siglo XIV— fue una época tormentosa para la vida de la Iglesia y de todo el tejido social en Italia y en Europa. Sin embargo, incluso en los momentos de mayor dificultad, el Señor no cesa de bendecir a su pueblo, suscitando santos y santas que sacudan las mentes y los corazones provocando conversión y renovación. Catalina es una de estas personas y también hoy nos habla y nos impulsa a caminar con valentía hacia la santidad para que seamos discípulos del Señor de un modo cada vez más pleno

Santa Catalina, nació en Siena, en el año 1347, hijas de padres de gran virtud y piedad. Ella fue favorecida desde joven con muchos dones, y desde su juventud, sintió el llamado al servicio y a la caridad. Su familia no estaba de acuerdo con sus deseos de servir con esa intensidad al Señor, y querían que abandone o deje atrás esa vocación.

Teniendo siete años, consagro su virginidad a Dios, en secreto. A los 12 años, su madre y su hermana intentaban convencerla que se incline hacia el matrimonio, buscando que ella se concentre en su apariencia, y la alentaban a eso.

Por consiguiente, para complacerlas, vestía de gala, y utilizaba joyas que engalanaban la época. Poco tiempo después, Catalina se arrepintió de esa vanidad.

Sus padres consideraron en mantenerla en soledad para que ella se olvide de su vocación y frustrarla, y esperaban que ella considere el matrimonio. Pasaba todo el tiempo en su habitación, donde permanecía en soledad y oración.

Sus padres le daban trabajos duros para entretenerla. Ella sobrellevó todo esto con dulzura y paciencia.

El Señor le enseño otro tipo de soledad en su corazón, en donde a pesar de las tribulaciones y los problemas, ella permanece a solas con Dios.

Ella prosiguió el camino de la humildad, la obediencia y la negación de su propia voluntad. En medio de sus sufrimientos, su constante plegaria era que dichos sufrimientos podían servir para la expiación de sus faltas y la purificación de su corazón.

A los dieciséis años tomó el hábito de los Terciarios Dominicanos, y renovó la vida de anacoretas del desierto en un pequeño cuarto de la casa de su padre. Después de tres años de visitas celestiales y una conversación familiar con Cristo, experimentó la experiencia mística conocida como los "esponsales espirituales", probablemente durante el carnaval de 1366. Luego ella, viviendo con su familia, empezó a atender a los enfermos, especialmente aquellos infectados con las enfermedades más repulsivas, a servir a los pobres y trabajar por la conversión de los pecadores.

A pesar de siempre sufrir terrible dolor físico, vivir largos intervalos de tiempo sin comer nada excepto el Santísimo Sacramento, ella estaba siempre radiantemente feliz y llena de sabiduría práctica, no menor que una elevada profundidad espiritual. Todos sus contemporáneos atestiguan su extraordinario encanto personal, que prevalecía sobre las continuas persecusiones de que era objeto incluso por los frailes de su propia orden y sus hermanas en religión. Empezó a reunir discípulos alrededor suyo, hombres y mujeres, quienes formaban una maravillosa confraternidad espiritual, unida a sí por los lazos de amor místico.

Durante el verano de 1370 ella recibió una serie de manifestaciones especiales de misterios divinos, que culminaron en un prolongado trance, una especie de muerte mística, en la que tuvo una visión del Infierno, del Purgatorio y del Cielo, y escuchó una orden divina de abandonar su celda y entrar en la vida pública del mundo.

Uno de los mayores logros de Santa Catalina fue su labor de llevar de vuelta el Papado a Roma a partir de su desplazamiento a Francia. Asimismo, se la llegó a reconocer como conciliadora.

Reconocida como maestra espiritual, se formó un grupo de discípulos en torno a Catalina. A partir de 1372 fue mediadora en los conflictos civiles y eclesiales en la península italiana. Empezó una amplia producción epistolar. En 1374 fue convocada al Capítulo General de la Orden de Predicadores y se le asignó a fray Raimundo de Capua como acompañante espiritual.

Ante el creciente conflicto entre el Papa y las ciudades italianas, Catalina se sumergió en la política.
La Santa tuvo otra misión durante su viaje a Avignon. El Papa Gregorio IX, electo en 1370, tenía su residencia en Avignon, donde los cinco papas previos también habían residido. Los romanos se quejaban de que sus obispos habían abandonado su iglesia durante setenta y cuatro años, y amenazaron con llevar a cabo un cisma.

Gregorio XI hizo un voto secreto para regresar a Roma; pero no hallando este deseo agradable a su corte, el mismo consulto a Santa Catalina acerca de esta cuestión, quien le respondió


"Cumpla con su promesa hecha a Dios."


El Papa, sorprendido de que tuviera conocimiento por revelación lo que jamás había revelado a nadie, resolvió inmediatamente hacerlo.

Viajó a Aviñón e instó a Gregorio IX a regresar a Roma.

Gracias a su labor, el Papa regresó en enero de 1377. La influencia política y religiosa de Catalina creció significativamente. Profesó un profundo amor por la Iglesia. Se sintió llamada por Dios a denunciar la corrupción y promover una vida apostólica y evangélica.

Posteriormente, Santa Catalina escribió al Papa Gregorio XI en Roma, exhortándole firmemente a contribuir por todos los medios posibles a la paz general de Italia.

Su Santidad le encomendó la misión de ir a Florencia, aún dividida y obstinada en su desobediencia. Ella vivió un tiempo allí en medio de varios peligros incluso contra su propia vida. A la larga, ella logró que la gente de Florencia se dispusiera a la sumisión, a la obediencia y a la paz, aunque no bajo la autoridad de Gregorio XI, sino del Papa Urbano VI. Esta reconciliación ocurrió en 1378, luego de lo cual Santa Catalina regresó a Siena.



Santa Catalina regresó de esta manera a Siena, donde prosiguió su vida de oración. Ella obtuvo la unión perpetua de su alma con Dios. Aunque a veces estuviera obligada a conversar con diferentes personas sobre varios y diversos asuntos, ella siempre estaba ocupada y absorta en Dios. 

En una visión, Jesús se le presentó con dos coronas, una de oro y otra de espinas, ofreciéndole elegir con cuál de las dos se complacería. Ella respondió:

 "Yo deseo, Oh Señor, vivir aquí siempre conforme a tu pasión, y encontrar en el dolor y en el sufrimiento mi reposo y deleite". 

Luego, tomando ansiosamente la corona de espinas, se la colocó sobre la cabeza.

En 1378, cuando Urbano VI fue electo Papa, su temperamento hizo que los cardenales se distanciaran, y que varios de ellos se retiraran. Luego declararon la elección nula, y eligieron a Clemente VII, con quien se retiraron de Italia y residieron en Avignon. 

Santa Catalina escribió largas cartas a los cardenales quienes primero habían reconocido a Urbano, y luego eligieron a otro; presionándolos a volver a su pastor legal. Ella también le escribió a Urbano mismo, exhortándolo a sobrellevar con temple y gozo los problemas en que se encontraba, y a aplacar el temperamento que le había llevado a tener tantos enemigos.

A través del Padre Raimundo de Capua, su confesor y posteriormente su biógrafo, el Papa pidió a Santa Catalina regresar a Roma. Ella escuchó y siguió sus instrucciones. Ella también escribió a los reyes de Francia y de Hungría para exhortarlos a renunciar al cisma.

Mientras trabajaba afanosamente para extender la obediencia al verdadero Papa, la salud de Santa Catalina comenzó a deteriorarse. Ella falleció de un ataque súbito a los 33 años en Roma. 

Los habitantes de Siena deseaban conservar su cabeza. Hubo un milagro que se comentó en el cual tuvieron un éxito parcial. Sabiendo que ellos no podían llevar a escondidas todo su cuerpo fuera de Roma, decidieron llevar solo su cabeza, la cual colocaron en un bolso. Cuando fueron detenidos por los guardias romanos, oraron para que Santa Catalina los ayudara. Cuando los guardias abrieron el bolso, parecía que ya no contenía su cabeza sino que todo el bolso estaba lleno de pétalos de rosa. 

Una vez que regresaron a Siena, volvieron a abrir el bolso y su cabeza estaba visible nuevamente. Debido a este relato, Santa Catalina a menudo es observada sosteniendo una rosa.




A pesar de su escasa formación intelectual se sumergió en las profundidades de la mística cristiana. Fue una apasionada predicadora de la cruz.

La doctrina de Catalina, que aprendió a leer con dificultad y aprendió a escribir cuando ya era adulta, está contenida en El Diálogo de la Divina Providencia o Libro de la Divina Doctrina, una obra maestra de la literatura espiritual, en su Epistolario y en la colección de las Oraciones. Su enseñanza está dotada de una riqueza tal que el Papa Pablo VI, en 1970, la declaró doctora de la Iglesia, título que se añadía al de copatrona de la ciudad de Roma, por voluntad del Papa Pío IX, y de patrona de Italia, según la decisión del Papa Pío XII.

¿Qué nos puede decir hoy?

Catalina nos recuerda que la vida política no debe estar divorciada de la fe. Respetando la justa separación de lo civil y religioso, los laicos cristianos están llamados a participar en el desarrollo histórica de la sociedad sin renunciar a su condición de creyentes y seguidores de Jesús.

‘’Si, somos hijos del Rey, pero que no se nos olvide que su corona es de espinas’’

Debemos reflexionar esta frase, y buscar siempre la humildad y ser agradables a Dios ante los problemas y las dificultades por las que atravesamos. Nunca olvidar esa muestra de amor, dar su vida en la cruz por amor a nosotros.

De Santa Catalina, por tanto, aprendemos la ciencia más sublime: Conocer y amar a Jesucristo y a su Iglesia. En El Diálogo de la Divina Providencia, ella, con una imagen singular, describe a Cristo como un puente tendido entre el cielo y la tierra. Está formado por tres escalones constituidos por los pies, el costado y la boca de Jesús. Elevándose a través de estos escalones, el alma pasa por las tres etapas de todo camino de santificación: el alejamiento del pecado, la práctica de la virtud y del amor, y la unión dulce y afectuosa con Dios.

Queridos Jóvenes: aprendamos de Santa Catalina a amar con valentía, de modo intenso y sincero, a Cristo y a la Iglesia. Por esto, hagamos nuestras las palabras de Santa Catalina que leemos en El Diálogo de la Divina Providencia, que habla de Cristo-puente:

 «Por misericordia nos has lavado en la sangre, por misericordia quisiste conversar con las criaturas. ¡Oh loco de amor! ¡No te bastó encarnarte, sino que quisiste también morir! (...) ¡Oh misericordia! El corazón se me ahoga al pensar en ti, porque adondequiera que dirija mi pensamiento, no encuentro sino misericordia»


Biografía de Santa Catalina de Siena - Raimundo de Capua
Diálogos de Santa Catalina de Siena


Señor Dios, usted que mostró a Santa Catalina cariño eterno para todos los hombres, haciendo sus manos un incendio que arde en tu corazón. Ella espléndidamente compartió esta revelación y él vivió en todas sus consecuencias hasta el heroísmo.

Concede que podamos en este caso, entregar en sus promesas y aumentando nuestra fe en su presencia en cada sacramento, y especialmente en el sacramento de su perdón. Lo pedimos por medio de Jesucristo, tu hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, para siempre jamás.

Amén




Autor: Isaias Vargas, Representante de la Pj de Virgen del Carmen-Dk6

Nominamos a: Rodrigo Romero, Animador de la Pj de San Miguel Arcángel-Dk8 para el siguiente #SANTOSCHALLENGE


Imagen Extraída De AciPrensa

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