sábado, 25 de abril de 2020

14) Santo Tomas Moro



SANTO TOMAS MORO 

Mártir, Patrono de los políticos y de los gobernantes



Nació en Cheapside, Inglaterra en 1478. A los 13 años se fue a trabajar de mensajero en la casa del Arzobispo de Canterburry, y éste al darse cuenta de la gran inteligencia del joven, lo envió a estudiar al colegio de la Universidad de Oxford. 

Su padre que era juez, le enviaba únicamente el dinero indispensable para sus gastos más necesarios, y esto le fue muy útil, pues como él mismo afirmaba después: "Por no tener dinero para salir a divertirme, tenía que quedarme en casa y en la biblioteca estudiando". Lo cual le fue de gran provecho para su futuro.

A los 22 años ya es doctor en abogacía, y profesor brillante. Era un apasionado lector que todos los ratos libres los dedicaba a la lectura de buenos libros. Uno de sus compañeros de ese tiempo dio de él este testimonio:


"Es un intelectual muy brillante, y a sus grandes cualidades intelectuales añade una muy agradable simpatía"

Fue un gran humanista, amigo de Erasmo y de Luis Vives. Le llegaron dudas acerca de cuál era la vocación para la cual Dios lo tenía destinado, pensó algún tiempo en la vida monástica y se fue a vivir con los cartujos (que es una orden contemplativa) pero después de 4 años se dio cuenta de que no había nacido para esa heroica vocación. También intentó irse de franciscano, pero resultó que tampoco era ese su camino y por fin, leyendo La Ciudad de Dios de San Agustín, decide ser ciudadano de la ciudad celeste sin apartarse de la terrestre optando así por la vocación del matrimonio tomando como inspiración la vida de Giovanni Pico della Mirándola. Contrajo matrimonio con Juana, y tuvieron cuatro hijos, pero al poco tiempo queda viudo, contrayendo segundas nupcias con Alicia.


El santo supo compaginar una vida interior profunda con una escrupulosidad en sus obligaciones profesionales. Como pionero en la promoción de los laicos, se enfrenta a los problemas de su tiempo con criterios cristianos.

Acostumbraba ir personalmente a visitar los barrios de los pobres para conocer sus necesidades y poder ayudarles mejor. Con frecuencia invitaba a su mesa a gentes muy pobres, y casi nunca invitaba a almorzar a los ricos. A su casa llegaban muchas visitas de intelectuales que iban a charlar con él acerca de temas muy importantes para esos momentos y a comentar los últimos libros que se iban publicando.

En 1529 fue nombrado Canciller o Ministro de Relaciones Exteriores. Pero este altísimo cargo no cambió en nada su sencillez. Siguió asistiendo a Misa cada día, confesándose con frecuencia y comulgando. Tratable y amable con todos. Alguien llegó a afirmar:


"Parece que lo hubieran elegido Canciller, solamente para poder favorecer más a los pobres y desamparados"


Ya llevaba dos años como Canciller cuando sucedió en Inglaterra un hecho terrible contra la religión católica. Sin embargo, cuando el Rey Enrique VIII consigue la anulación de su matrimonio con Catalina de Aragón por presiones y sobornos pero como el Sumo Pontífice no aceptó este divorcio, el rey se declaró Jefe Supremo de la religión de la nación (Aquí nace la iglesia Anglicana) , y declaró la persecución contra todo el que no aceptara su divorcio o no lo aceptara a él como reemplazo del Papa en Roma.

Tomás Moro no acepto ninguna de las decisiones del Rey: ni el divorcio ni el que tratara de reemplazar al Sumo Pontífice por ende se niega a firmar el Acta de Sucesión y de Supremacía, por la que se proclama el rey Cabeza de la Iglesia Anglicana y la independencia de Roma. Moro acata la autoridad civil del rey, pero no quiere ser infiel a su conciencia. Poco después fueron confiscados todos sus bienes, fue juzgado y encerrado en la Torre de Londres; muchos le pidieron que firme, que ceda, aunque sea disimulando, pero su conciencia no se lo permitió.


"Prefiero ser discípulo del Señor antes que del Rey". 

En las cartas que desde la cárcel escribió este gran sabio a su hija Margarita que estaba muy desconsolada por la prisión de su padre le dice:


"Con esta cárcel estoy pagando a Dios por los pecados que he cometido en mi vida. Los sufrimientos de esta prisión seguramente me van a disminuir las penas que me esperan en el purgatorio. Recuerda hija mía, que nada podrá pasar si Dios no permite que me suceda. Y todo lo permite Dios para bien de los que lo aman. Y lo que el buen Dios permite que nos suceda es lo mejor, aunque no lo entendamos, ni nos parezca así". 

El día en que Margarita fue a visitar por última vez a su padre, vieron los dos salir hacia el sitio del martirio a cuatro monjes cartujos que no habían querido aceptar las decisiones de Enrique VIII. Tomás dijo a Margarita:


"Mira cómo van de contentos a ofrecer su vida por Jesucristo. Ojalá también a mí me conceda Dios el valor suficiente para ofrecer mi vida por su santa religión"

Tomás fue llamado a un último consejo de guerra. Le pidieron que aceptara lo que el rey le mandaba y él respondió:

"Tengo que obedecer a lo que mi conciencia me manda, y pensar en la salvación de mi alma. Eso es mucho más importante que todo lo que el mundo pueda ofrecer. No acepto esos errores del rey"

Se le dictó entonces sentencia de muerte. El se despidió de sus hijos y volvió a ser encerrado en la Torre de Londres.

En la madrugada del 6 de julio de 1535 le comunicaron que lo llevarían al sitio del martirio, él se colocó su mejor vestido. De buen humor como siempre, dijo al salir al corredor frío:

"Por favor, mi abrigo, porque doy mi vida, pero un resfriado sí no me quiero conseguir"

Al llegar al sitio donde lo iban a matar rezó despacio el Salmo 51:

"Misericordia Señor por tu bondad"

Luego prometió que rogaría por el Rey y sus demás perseguidores, y declaró públicamente que moría por ser fiel a la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Luego enseguida de un hachazo le cortaron la cabeza.

La coherencia cristiana que Tomás Moro vivió hasta el martirio explica que su fama haya ido consolidándose incesantemente a lo largo de los siglos. Ya mientras vivía, fue persona muy conocida por sus méritos intelectuales y por la modernidad de muchos de sus planteamientos. Por ejemplo, quiso que sus hijas recibieran la misma educación que su hijo, algo verdaderamente revolucionario para las costumbres de la época. Su actividad como escritor -especialmente sus traducciones de Luciano a partir de los textos griegos, sus poesías y su ya clásica Utopía- le granjeó asimismo un prestigio inigualable.

Utopía, su obra más conocida, construida según el modelo de La República, de Platón, constituye, para el filósofo político y el estudioso de la naturaleza humana, uno de los textos más estimulantes que se han escrito nunca, además aborda problemas sociales de la humanidad, y con la que se ganó el reconocimiento de todos los eruditos de Europa. Como en La República, también en Utopía hay contradicciones internas que el autor ha ido repartiendo a lo largo del texto, con el objeto de provocar al lector y ayudarle así a profundizar en los valores éticos permanentes que dan sentido a la vida personal y social.

Tomás Moro fue canonizado por la Iglesia católica en 1935, y desde 1980 su nombre figura también en el martirologio anglicano. Es reconocido universalmente, por encima de fronteras nacionales y de confesiones religiosas, como símbolo de integridad y como testigo heroico de la primacía de la conciencia.

“Muero como buen siervo del rey, pero sobre todo como siervo de Dios”


Fueron sus últimas palabras. Gran ideal para todos los que dedican su vida a servir al bien común.

La Política y la Moral

Son muchas las razones a favor de la proclamación de Santo Tomás Moro como Patrono de los gobernantes y de los políticos. Entre éstas, la necesidad que siente el mundo político y administrativo de modelos creíbles, que muestren el camino de la verdad en un momento histórico en el que se multiplican arduos desafíos y graves responsabilidades

En este contexto es útil volver al ejemplo de Santo Tomás Moro que se distinguió por la constante fidelidad a las autoridades y a las instituciones legítimas, precisamente porque en las mismas quería servir no al poder, sino al supremo ideal de la justicia. Su vida nos enseña que el gobierno es, antes que nada, ejercicio de virtudes. Convencido de este riguroso imperativo moral, el estadista inglés puso su actividad pública al servicio de la persona, especialmente si era débil o pobre; gestionó las controversias sociales con exquisito sentido de equidad; tuteló la familia y la defendió con gran empeño; promovió la educación integral de la juventud. El profundo desprendimiento de honores y riquezas, la humildad serena y jovial, el equilibrado conocimiento de la naturaleza humana y de la vanidad del éxito, así como la seguridad de juicio basada en la fe, le dieron aquella confiada fortaleza interior que lo sostuvo en las adversidades y frente a la muerte. Su santidad, que brilló en el martirio, se forjó a través de toda una vida entera de trabajo y de entrega a Dios y al prójimo.

La historia de Santo Tomás Moro ilustra con claridad una verdad fundamental de la ética política. En efecto, la defensa de la libertad de la Iglesia frente a indebidas injerencias del Estado es, al mismo tiempo, defensa, en nombre de la primacía de la conciencia, de la libertad de la persona frente al poder político. En esto reside el principio fundamental de todo orden civil de acuerdo con la naturaleza del hombre.


Para reflexionar más sobre las enseñanzas dejadas por nuestro Santo de hoy, te dejamos algunos de sus escritos:




A la luz de Santo Tomás Moro, te invitamos a reflexionar:

¿Es ético que un gobernante, llamado a servir a todos, especialmente a los más desfavorecidos, busque ante todo su enriquecimiento personal?

¿Puede en conciencia lavarse las manos y permanecer impasible ante las necesidades y problemas de los demás con tal de no perder el puesto

¿Es coherente permanecer en el poder a costa de renunciar a los principios fundamentales de su fe?






Dios Glorioso, dame gracia para enmendar mi vida y tener presente mi fin sin eludir la muerte, pues para quienes mueren en Ti, buen Señor, la muerte es la puerta a una vida de riqueza. 

Y dame, buen Señor, una mente humilde, modesta, calma, pacífica, paciente, caritativa, amable, tierna y compasiva en todas mis obras, en todas mis palabras y en todos mis pensamientos, para tener el sabor de tu santo y bendito espíritu. 

Dame buen Señor, una fe plena, una esperanza firme y una caridad ferviente, un amor a Ti, muy por encima de mi amor por mí. 

Dame, buen Señor, el deseo de estar contigo, de no evitar las calamidades de este mundo, no tanto por alcanzar las alegrías del cielo como simplemente por amor a ti. 

Y dame, buen Señor, tu amor y tu favor; que mi amor a TI, por grande que pueda ser, no podría merecerlo si no fuera por tu gran bondad. Buen Señor, dame tu gracia para trabajar por estas cosas que te pido. 
Amén.






Autor: Giannella Giménez - Animadora de la PJ Virgen de las Mercedes-Dk10.

Nominamos a: Vianca González-Representante Medalla Milagrosa-Dk 7 para el siguiente #SANTOSCHALLENGE. 









Imágenes extraidas de ACIPRENSA

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