San Vicente de Paúl
Es una de las figuras más representativas del catolicismo en la Francia del siglo XVII. Fue fundador de la Congregación de la Misión, también llamada de Misioneros Paúles, Lazaristas o Vicentinos (1625) y, junto a Luisa de Marillac, de las Hijas de la Caridad (1633).
Su vida
Nació en Aquitania el año 1581. Fue enviado a los 14 años al colegio de los franciscanos de Dax.
Vicente toma gusto a sus estudios, desea abandonar la vida rural; se siente con vergüenza de sus orígenes y de su mismo padre. Después de cuatro años de estudios, marcha a la gran ciudad de Toulose. Su padre falleció en 1598, mientras Vicente tenía 17 años, habiendo recibido ya la tonsura y las órdenes menores.
Para subsistir, enseñó humanidades en el colegio de Buñet y siguió a la vez con sus estudios de Teología. En 1598 recibió el subdiaconado y el diaconado, y el 23 de setiembre de 1600, en Chateau-l'Eveque, es ordenado sacerdote.
Congregación de las Hijas de la Caridad
Lo llaman a París. Vicente llega a casa de los Gondi la víspera de Navidad de 1617, tras un año decisivo en el que ha encontrado su camino, el camino de la compasión y la ternura para con quienes se hallan sumidos en el abandono. Utilizando su puesto como base de operaciones, empieza a establecer sus pequeñas asociaciones de caridad.
Pone manos a la obra y muy pronto, el 23 de agosto, lee ante unas cuantas mujeres cuyo corazón se ha visto afectado igual que el suyo por aquella miseria, un texto que constituye todo un programa de ayuda a los enfermos. Dicho texto servirá de modelo, en adelante, a todos los posteriores textos fundacionales de las "Confréries de Charité" (Hermandades de Caridad). Las Cofradías se multiplicaron; hoy en algunos países se les llama "equipos de San Vicente". La Fundación de la Compañía de las Hijas de la Caridad siguió unos años más tarde (1633). La co-fundadora fue Santa Luisa de Marillac.
Su espiritualidad
Vicente quería que se pase al amor eficaz, porque temía la nostalgia propia de las resoluciones demasiado generales y de las efusiones afectivas; a propósito de las resoluciones, puestas incluso por escrito por una determinada dama, escribió a Luisa de Marillac que tales resoluciones le parecían "buenas", pero que le "parecerían aún mejores si (la tal dama) descendiera un poco más a lo concreto", porque lo importante para él eran los actos, mientras que "lo demás no es sino producto del espíritu, que habiendo hallado cierta facilidad y hasta cierta dulzura en la consideración de una virtud, se deleita con el pensamiento de ser virtuosos"; era preciso, pues, llegar a los "actos" porque, de lo contrario, se queda uno en la "imaginación".
«La espiritualidad de Vicente posee la solidez del corazón que la vive sin reservas»
Para Vicente, la oración estaba lo primero; era muy práctico pero se fundamentaba en una profunda intimidad con Jesucristo, o sea, en la vida interior de oración.
Su muerte
El 18 de abril de 1659, un año antes de su muerte, Vicente escribió unas largas consideraciones sobre la humildad, que presentó como la primera cualidad de un sacerdote de la Misión.
En julio de 1660 se vió obligado a guardar cama. Toda su vida había sido una persona fuerte y robusta; poseía una enorme resistencia, como si estuviera hecho de cal y canto. Entre julio y septiembre de 1644 se temió por su vida, pero salió bien librado, aunque se le prohibió montar a caballo; tenía las piernas inflamadas y debía que caminar con un bastón. En el invierno de 1658 y 1660 el frío volvió a abrir las llagas de sus piernas y poco a poco, se vio forzado a permanecer inmóvil. Se queda en Saint-Lañare, en medio de los pobres.
Su corazón y su espíritu se mantuvieron totalmente despiertos, pero en septiembre las piernas volvieron a supurar y el estómago no admitió ya el menor alimento. El 26 de septiembre, domingo, le llevaron a la capilla, donde asistió a Misa y recibió la comunión. Por la tarde estuvo totalmente lúcido cuando se le administró la extrema unción; a la una de la mañana bendijo por última vez a los sacerdotes de la Misión, a las Hijas de la Caridad, a los niños abandonados y a todos los pobres, sentado en su silla, vestido y cerca del fuego.
Así es como murió el 27 de septiembre de 1660, poco antes de las cuatro de la mañana, a la hora que solía levantarse para servir a Dios y a los pobres. Multitudes habían conocido los beneficios de su caridad.
San Vicente fue consejero de gobernantes y verdadero amigo de los pobres. "Monsieur Vincent", como se le llamaba, estimulaba y guiaba la actividad de Francia en favor de todas las pobrezas: envió misioneros a Italia, Irlanda, Escocia, Túnez, Argel, Madagascar, así como a Polonia donde luego fueron las Hijas de la Caridad. Se rodeó de numerosos colaboradores, sacerdotes y seglares y, en nombre de Jesucristo, los puso al servicio de los que sufren.
Fue proclamado santo por el Papa Clemente XII, el 16 de junio de 1737.
Su fiesta se celebra el 27 de septiembre. En 1712, 52 años más tarde su cuerpo fue exhumado por el Arzobispo de París, dos obispos, dos promotores de la fe, un doctor, un cirujano y un número de sacerdotes de su orden, incluyendo al Superior General, Fr. Bonnet.
"Cuando abrieron la tumba todo estaba igual que cuando se depositó. Solamente en los ojos y nariz se veía algo de deterioro. Se le contaban 18 dientes. Su cuerpo no había sido movido, se veía que estaba entero y que la sotana no estaba nada dañada. No se sentía ningún olor y los doctores testificaron que el cuerpo no había podido ser preservado por tanto tiempo por medios naturales”.
Testimonio de nuestra redactora
A hoy, en Paraguay las Hermanas Vicentinas, Hijas de la Caridad siguen promoviendo ese espíritu de servicio a los más pobres y desprotegidos, a través de escuelas, colegios, hogares para niños en zonas de bañados y asentamientos. Me ha tocado vivir mi educación secundaria en el Colegio Nacional de E.M.D. Nuestra Señora de la Asunción, que hasta la actualidad profesa el carisma de San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac.
Compartir con las Hermanas Vicentinas ha tocado profundamente mi niñez y adolescencia, mis padres también tuvieron la gracia de ser docentes junto con esta congregación que siempre llevaremos en el corazón. Siempre llenas de amor, de alegría con los niños y jóvenes; recordándonos que Dios nos pide principalmente ayudar a los pobres de corazón a encontrarlo, al igual que San Vicente.
Como jóvenes cristianos estamos llamados a dar nuestro corazón al servicio de Dios y de nuestros hermanos, recordando una canción muy especial a ese Santo:
“Cada vez hay más pobres Señor, cada vez más… y hace más falta el corazón de San Vicente de Paúl”
Te dejamos los siguientes enlaces para seguir conociendo al humilde y caritativo San Vicente, por medio de sus escritos:
Escritos varios de San Vicente de Paul
Escritos varios 2 de San Vicente de Paul
El servicio a los pobres ha de ser preferido a todo
Y vos joven, si tu corazón se conmueve ante los sufrimientos de este mundo ¿ya tomaste tu decisión de como ayudar continuamente a los más necesitados?
¡Oh glorioso San Vicente, celeste Patrón de todas las asociaciones de caridad y padre de todos los desgraciados, que durante vuestra vida jamás abandonasteis a ninguno de cuantos acudieron a Vos! Mirad la multitud de males que pesan sobre nosotros, y venid en nuestra ayuda; alcanzad del Señor socorro a los pobres, alivio a los enfermos, consuelo a los afligidos, protección a los desamparados, caridad a los ricos, conversión a los pecadores, celo a los sacerdotes, paz a la Iglesia, tranquilidad a las naciones, y a todos la salvación. Sí, experimenten todos los efectos de vuestra tierna compasión, y así, por vos socorridos en las miserias de esta vida, nos reunamos con vos en el cielo, donde no habrá ni tristeza, ni lágrimas, ni dolor, sino gozo, dicha, tranquilidad y beatitud eterna.
Amén.
Autor: Vianca González - Representante Medalla Milagrosa-Dk 7
Nominamos a: Rubén Denis - Coordinador de la PJ de San Alfonso-Dk 4 para el siguiente #SANTOSCHALLENGE
Imágenes extraídas de Aciprensa
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